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  • Foto del escritorPepe Llamas

Letonia.. algo mágico

Actualizado: 3 abr 2020


Alguna vez había soñado con visitar Rusia, ver esas catedrales impresionantes con sus cúpulas doradas y figuras circulares de colores... pero jamás imaginé que cuando se llegara ese gran día iba a tener que parar en un destino que no tenía contemplado; es más, no tenía mucha referencia. Internet eres grande¡ y me dio la pauta para averiguar y leer un poco de a dónde diablos iba a llegar.

Catedral de la Natividad de Cristo

Al buscar el vuelo de París a Moscú, encontré opciones con una low-cost llamada "Baltic Air" con una página amigable, sencilla, que además tiene la opción de buscar en "español"... y me fue guiando; me daba opciones de elegir horarios, equipaje documentado, comida en el vuelo, y demás. Me percaté que podía por un costo mínimo (de hecho creo era lo más económico), hacer un stop-over, es decir, como no había vuelo accesible en precio de París a M

¿Riga?... ¿Dónde queda? aaaaaaaah.... les explico, lo que encontré.

Existen tres países que en su tiempo pertenecieron a la ya no existente URSS (unión soviética); Estonia, Letonia y Lituania. Letonia (Latvia en inglés) en donde tenía que pasar la noche; tras su independencia de la Unión Soviética en 1991 y hasta la fecha, es un pequeño país situado en el golfo de Riga, en el mar del Báltico, a un ladito de Rusia.... ahí iba yo ... Glup ¡¡¡¡¡ en fin. Allá vamos...

En el aeropuerto de París, antes del abordaje al vuelo que me llevaría a mi destino, la chica verificaba si requería visado especial para mi destino... Les comento que como mexicanos no requerimos visa para transitar dentro de la Unión Europea, y estos tres países ya citados pertenecen a ella.

A la llegada me recordó cuando viajé a Bariloche en la Patagonia Argentina, un pequeño aeropuerto pintoresco, frío, nublado, un tanto lluvioso. Salía sin rumbo, la gente hablaba un idioma que jamás había escuchado, "letón".

Una vez que comencé a caminar, me di cuenta que no existía una señalización estricta para salir de este aeropuerto, decidí como borrego, seguir a los demás viajeros. Recogí mi equipaje, miré al rededor por si había revisión, migración, alguien del aeropuerto. ¿No nadie?... aaaahhhh, mi mente pensaba.. "qué diablos sucede aquí".. qué hago?...

...Pues salí... Hay una pequeña oficina de turismo que te da información, regala mapas y revistas de eventos en la ciudad, que por suerte, están en inglés. Las chicas que parecen modelos sacadas de una revista, altas, blancas y de ojos espectaculares, me atendieron con una gran sonrisa y dieron información, de cómo llegar a mi hotel.

Al salir del aeropuerto, hay una tiendita tipo OXXO, de esas que hay en las esquinas de México. La gente hace fila, compraba hot-dogs, café, refrescos, y por su puesto.. boletitos para el bus a la ciudad, a tan solo 2 euros, pero no te explican en dónde tomarlo, creo que tenían prisa... pero no es complicado.

Le pregunté a un taxista que esperaba clientes afuera del aeropuerto, y me dijo en su poco inglés dónde estaba la parada, "there" señaló, el autobús número 22.

Recorrido de no menos de 20 minutos aproximadamente hasta la parada céntrica de "Novembra Krastmala", que era a dónde yo iba.

El transporte no es complicado, es moderno, y llevan una pequeña pantalla al frente que te va diciendo que parada sigue (recuerden marcar el boletito al entrar al bus en una pequeña pantalla dónde se escanea el ticket). El recorrido es algo extraño, pasa por barrios antiguos marcados por el comunismo de sus tiempos, que me remontó a aquellas imágenes televisadas en los 80's.

Sí, ya sé, tengo 35 y nací en 1981 y creanme; mi cerebro resguarda la caída del muro del Berlín, que cuando niño, me tocó ver ese momento histórico en la TV. Ya después, en otro artículo les contaré las experiencias que tuve cuando estuve ahí, Berlín me removió sentimientos ante el mundo que jamás pensé. En fin.. continuemos...

Al llegar a la parada de autobús, bajé y encendí el google map, para ubicar mi hotel; al principio mi sensación fue estar en un lugar desolado y frío. Pero con escasas cuatro cuadras pequeñas me fueron suficientes para llegar a mi destino, a través de unas calles bastante pintorescas y arrastrando mi maleta de ruedas, llegué a mi hotel, "Koventa Seta".

Una chica bastante amable de recepción me recibió y dio todas las indicaciones necesarias para tomas mi habitación, así como un pequeño mapa para recorrer la ciudad.

Dejé mi equipaje, me cambié de zapatos y listo.. vayamos a descubrir "Riga".

.... (CONTINUARÁ)


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